Existen días y momentos como este. En el que todos buscan su lado más pequeño. En mi caso aún lo sigo siendo, más físicamente. Por una fecha en el calendario todos los problemas parecen desaparecer o en todo caso disminuir.
En mi cabeza escucho canciones de dibujitos animados. Los que, mientras tomaba un café con leche a las 5 de la tarde, disfrutaba al límite en menos de 30 minutos. Terminaba Supercampeones y empezaba Caballeros del Zodíaco. Terminaba el programa de los guerreros zodiacales, empezaba Robotech.
No parecía tener fin. ¡Cuántas tareas había dejado de hacer por ver la tele! ¡Cuantas palizas me esperaban por querer ser feliz!
Miro mi situación ahora y no encuentro muchas diferencias. En vez de los plagueos de mi madre escucho los plagueos de viejos corruptos. Sentados en los sillones que el pueblo les dio. Cobrando 15 millones de guaracas al mes por no hacer nada.
Falta de empleo por no pensar como el jefe. Habiendo tantas ideas excelentes de jóvenes brillantes, el puesto se alquila al más caradura y dispuesto a escribir como la “mano en el hombro” dicta.
Calles rotas. Muertes innecesarias. Ideologías vendidas y alquiladas a través de los medios de comunicación. Tanta inocencia perdida. Con razón varios amigos y amigas me dicen que tienen miedo de traer un hijo a este mundo. Un día estás disfrutando de un inocente programa y al otro ya sos testigo de la degeneración en su peor forma.
Yo no soy nadie para hablar de paradigmas y ejemplos espirituales. Sólo que tanta porquería en la que vivimos y que observamos hace que queramos escapar al rincón ese donde nos escondíamos de pequeños si algo habíamos hecho mal.
Entre ser un niño o un adulto, podrido por el poder y las posesiones, prefiero ser aquel infante que no distinguía entre las 6:45 y las 7:15. Un sueño lo era todo.
KISS. ¡El hard rock se pone maquillaje!
Hace 13 años